EL HOMBRE MEDIOCRE.

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La mediocridad en la política de Quintana Roo se ha convertido en un fenómeno preocupante que merece nuestra atención y reflexión. A través de la figura de Jorge Sanen, presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, podemos observar cómo la falta de preparación y la sumisión han tomado el control de una de las instituciones más importantes del estado. Este artículo no pretende analizar la obra de José Ingenieros, sino destacar una realidad palpable: la mediocridad como común denominador en la nueva clase política de la región.

Un Politico de Cuento

La historia de Sanen es un claro ejemplo de cómo, en lugar de premiar el talento y el conocimiento, se opta por la cercanía familiar y la sumisión. Su ascenso no se debe a méritos propios, sino a la recomendación de un familiar cercano a la actual gobernadora. Esto resuena con la idea de que, en un mundo donde la realidad se mezcla con la ilusión, las capacidades de un individuo son menos importantes que su disposición a obedecer órdenes sin cuestionar.

La designación de Jorge Sanen como presidente de una de las instituciones más relevantes de Quintana Roo es un síntoma de una política que prioriza la lealtad sobre la competencia. Con una ley orgánica adaptada a su medida, se le eliminó cualquier obstáculo académico que pudiera poner en duda su capacidad para desempeñar el cargo. Esto plantea la inquietante pregunta: ¿qué le espera a la democracia en un contexto donde los más preparados son dejados de lado en favor de aquellos que se someten sin cuestionar?

La Ignorancia Legislativa

Uno de los aspectos más preocupantes de la gestión de Sanen es la falta de debate en la XVIII Legislatura. Un presidente que no puede debatir, no porque tenga limitaciones orales o de comprensión, sino porque carece de conocimientos jurídicos fundamentales, es una tragedia para cualquier sistema democrático. Esto no solo representa una falta de respeto hacia el proceso legislativo, sino también hacia la ciudadanía que espera que sus representantes tomen decisiones informadas y fundamentadas.

La inscripción de Sanen en la universidad UNIMAAT y su rápida obtención de un título de abogado, el cual parece más un mero trámite administrativo que un reflejo de su capacidad real, es otro indicio de la mediocridad que reina en el Congreso. Esta situación nos lleva a reflexionar sobre cómo la educación y el conocimiento se han convertido en meras formalidades, en lugar de ser instrumentos para el cambio social.

La Sombra de la Sobrerepresentación

La sobrerepresentación de MORENA en Quintana Roo agrava la situación. Con una mayoría abrumadora, el partido no solo tiene el poder para aprobar iniciativas sin discusión, sino que también se convierte en un mecanismo de control que silencia cualquier voz disidente. La figura de Sanen como un “lamebotas” refleja una estructura de poder que favorece a aquellos que están dispuestos a permanecer en la sombra de sus superiores, priorizando la lealtad y la obediencia sobre la capacidad y el conocimiento.

La mediocridad de esta nueva clase política no se limita a Sanen; es una tendencia que permea a muchos de sus compañeros. La falta de capacidad para generar un debate crítico y la disposición a seguir ciegamente las directrices del partido se han convertido en características comunes de los representantes de esta legislatura. En este contexto, las palabras de José Ingenieros resuenan con fuerza: “El hombre mediocre nos muestra el peligro que corren las sociedades donde los ideales han quedado sepultados”.

Un Llamado a la Juventud

Es vital que la juventud quintanarroense tome conciencia de la situación actual. Estudiar y prepararse no solo es un deber personal, sino una necesidad colectiva para defender la dignidad y el futuro del estado. No podemos permitir que la mediocridad se convierta en la norma. La educación, el conocimiento y el compromiso social son las herramientas que se necesitan para desafiar este statu quo.

La juventud tiene el poder de cambiar el rumbo de la política en Quintana Roo. No se trata de solo elegir a los mismos tipos de políticos de siempre, sino de buscar alternativas que representen realmente los intereses de la ciudadanía. Es fundamental que quienes asuman cargos públicos en el futuro sean individuos con una sólida formación, dispuestos a debatir y a defender sus ideas, en lugar de ser meros títeres de un sistema que premia la sumisión.

Conclusión

La mediocridad de la clase política en Quintana Roo es un fenómeno que va más allá de la figura de un solo individuo. Es un reflejo de un sistema que ha dejado de lado los ideales de competencia, transparencia y honestidad. Jorge Sanen representa un modelo de político que ha llegado al poder no por sus capacidades, sino por su disposición a servir a intereses ajenos. Este es un llamado de atención para todos: debemos exigir más y mejor política. La educación y la preparación son esenciales para construir un futuro en el que la mediocridad no tenga cabida, y donde los ideales de una democracia auténtica prevalezcan por encima de la sombra de la sumisión. La juventud tiene el poder de ser el cambio que Quintana Roo necesita.