La ciudad de Cancún se convirtió en escenario de un vergonzoso episodio político el pasado 13 de marzo de 2024, cuando la candidata de la coalición “Juntos Seguiremos Haciendo Historia” a la presidencia, Claudia Sheinbaum, organizó un mitin que dejó al descubierto prácticas cuestionables y manipulativas.
Los alrededores del Malecón Tajamar se vieron abarrotados de vehículos, bloqueando calles y creando caos en la circulación. El Table y la avenida Bonampak se convirtieron en un mar de autos, todos convergiendo hacia un mismo punto: el evento político liderado por Sheinbaum.
Lo más alarmante fue la presencia de individuos que, según testimonios, fueron traídos de otras localidades en autobuses, con el único propósito de dar una falsa impresión de apoyo masivo a la candidata. Estos supuestos simpatizantes, lejos de ser residentes locales, fueron reclutados para engrosar las filas del mitin.
Pero la manipulación no terminó allí. De manera descarada, aquellos que asistieron al evento fueron obligados a firmar hojas de asistencia, llevadas por activistas de Morena, el partido de Sheinbaum. Esta práctica, lejos de ser un simple registro de asistencia, sugiere un intento desesperado por inflar los números de participación y respaldo.
El tráfico en la zona alcanzó niveles críticos, con la avenida Bonampak prácticamente convertida en un estacionamiento improvisado. La circulación se restringió a autobuses, taxis y vehículos que transportaban a personas al mitin, mientras que los ciudadanos comunes se vieron obligados a soportar el bloqueo y la congestión.
La situación se tornó aún más sospechosa cuando se descubrió que muchos de los asistentes representaban distintos grupos o colectivos, desde asociaciones civiles hasta grupos de deportistas o adultos mayores. Todos, sin excepción, debían dejar constancia de su presencia firmando las hojas de asistencia.
Este vergonzoso episodio revela una vez más la desesperación de ciertos sectores políticos por aparentar apoyo popular, recurriendo a tácticas dudosas y manipuladoras. La falta de integridad y transparencia en la organización de eventos políticos como este plantea serias preguntas sobre la legitimidad y la ética de quienes buscan ocupar cargos de poder.
En un país donde la confianza en las instituciones políticas está en entredicho, acciones como estas solo sirven para profundizar la desconfianza y el escepticismo de la ciudadanía. Es hora de exigir responsabilidad y rendición de cuentas a quienes pretenden liderar, y dejar claro que la manipulación y el engaño no tienen cabida en una verdadera democracia.
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