Con problemas, lentitud y horas de fastidio debido a su precipitada inauguración, así fue el primer viaje público del Tren Maya.
Con problemas, lentitud y horas de fastidio debido a su precipitada inauguración, así fue el primer viaje público del Tren Maya, según revela la crónica publicada en Reforma.
A pesar de la polémica de su construcción sin los permisos ambientales, del escándalo de su costo, más de 500 mil millones cuando iba a costar menos de 200 mil, y de las porras y gritos con que fue abordado, el primer recorrido público del Tren Maya, de Campeche a Cancún, fue absolutamente aburrido, con una velocidad promedio de 89 kilómetros por hora que bajaba hasta los 29, más lento que los autobuses que rebasaban por la autopista.
Iban cinco horas de viaje desde las 07:13 de la mañana. Una larga y apretada fila había agotado los combos de baguettes de 305 pesos, el café con leche de 120, las cervezas de 48, los mazapanes de 35 o el agua de 33. La puerta del baño para personas con discapacidad se había descompuesto y en los otros baños se escurría el agua de los lavabos.
Por las ventanillas se veían además montones de tierra, obras inconclusas, pasos bajo las vías sin terminar, torres para la energía eléctrica sin ningún cable, la selva devastada.
De las 14 estaciones que recorrió el tren, sólo tres tenían señalizaciones, el único rastro eran los adioses que lanzaban los obreros con chalecos anaranjados y los automovilistas que bajaban la velocidad para despedir a los pasajeros
La mañana estaba más cerca de lo que parecía. A la estación de San Francisco, en Campeche, donde el Presidente había inaugurado un día antes el primer tramo, 632 kilómetros del total de mil 554 prometidos, los pasajeros llegaron desde antes de las seis de la mañana, aunque la terminal seguía cerrada.
En el estacionamiento sin luz, un empleado informó que el viaje sería directo, sin detenerse en las 12 estaciones intermedias porque no estaban terminadas, y calculó un tiempo de recorrido de 5 horas con 40 minutos. Agregó que ya estaban agotados los boletos hasta el lunes para los cuatro viajes iniciales, Cancún-Campeche Campeche-Cancún a las 07:00 y 11:00 horas.
Adentro, en la estación no había ningún local comercial, tampoco computadoras en las taquillas, había sillas de plástico en las salas de espera, anuncios amarrados con lazos y charcos de agua en los andenes. Los trabajadores contaron que por la noche habían surtido el agua con pipas.
Pero entonces todo era emoción, alegría, la esperanza de los simpatizantes de López Obrador que consideran brillante cualquier idea suya.
Tres horas después, se había acabado la emoción y las porras; el verde monótono seguía corriendo afuera.
López Obrador inauguró la ruta con una sola vía, por lo que había que esperar el tren que salió desde Cancún. Había retraso, pero todavía ánimo y el director de la empresa Tren Maya S.A. de C.V., el militar Óscar Lozano Águila, se acercó a saludar y a tomarse fotografías.
El general explicó que en Campeche el tren salió con retraso por esperar a los pasajeros; por la falta de transporte no llegaron todos los 221 esperados. Dijo que por ahora tendrán cuatro viajes en total, que en enero recibirán otros dos trenes, y meterán horarios de 07:00, 09:00 y 11:00. Los recorridos nocturnos serán para trenes de carga, aunque analizan si podrían meter los viajes largos cuando por fin estén los mil 554 kilómetros de toda la ruta.
No había agua, café, comida, mazapanes, el snack estaba cerrado. El fastidio había acabado con el sueño.
La estación sigue inconclusa, faltan columnas, trabes, techados, escaleras, taxis, brota el agua en el espacio donde deberán colocar durmientes y vías, pero de nuevo a nadie parecía importarle.
(Con información y fotos de Reforma)