En lo que debería haber sido un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas, la comparecencia de Pablo Bustamante, el secretario del Bienestar de Quintana Roo, se convirtió en un espectáculo de insolencia e ignorancia digno de un circo de tercera categoría.
En lo que debería haber sido un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas, la comparecencia de Pablo Bustamante, el secretario del Bienestar de Quintana Roo, se convirtió en un espectáculo de insolencia e ignorancia digno de un circo de tercera categoría.
El secretario, más perdido que una aguja en un pajar, se presentó ante la XVII Legislatura del estado sin el respaldo de un «equipo verde». Tal vez no encontró al jardinero que lo guiará por el vergel de la eficiencia y el conocimiento. Pero, ¿quién necesita un equipo cuando se tiene un papel en la mano y una habilidad magistral para leerlo sin levantar la vista?
Bustamante, cual estudiante rezagado, no supo responder a las preguntas más simples. De hecho, parecía haber olvidado el contenido de los documentos que tan diligentemente le prepararon sus asesores. ¿Quién necesita entender los detalles cuando puedes balbucear y deslizarte en el abismo de la ambigüedad?
La joya de la corona fue su demostración de incompetencia al frente de una Secretaría que disfruta de un presupuesto de 900 millones de pesos. Tal vez haya confundido los millones con monedas de chocolate, porque su gestión parece más un juego de niños que un manejo responsable de los recursos estatales.
Para rematar su actuación, mostró su maestría en la evasión y la distorsión de cifras. Cuando se le cuestionó sobre beneficiarias irregulares del programa Mujer es Vida, evitó dar nombres y datos con la destreza de un malabarista esquivando pelotas en llamas.
Pero la verdadera obra maestra fue su intento de justificar la falta de detección de servidoras públicas inscritas en el programa. Según él, la línea de pobreza es de 15 mil pesos, cuando todos sabemos que la realidad ronda los 4 mil 279 pesos por persona al mes. Quizás vive en una burbuja donde la pobreza es una cuestión de perspectiva, pero para el común de los mortales, esos números no cuadran.
Como si esto no fuera suficiente, nos deleitó con su análisis semiótico al afirmar que en las tarjetas de beneficiarios aparece el pico de la Q del logo del gobierno del estado, no el de un tucán. ¡Qué revelación! Seguramente, esa sutileza es la clave para resolver los problemas sociales.
Y para cerrar con broche de oro, Bustamante anunció con desparpajo que la entrega de apoyos sociales no se detendrá durante las campañas electorales. ¿Acaso estamos ante un visionario que ve en los apoyos sociales una nueva estrategia electoral? O simplemente, ¿se le olvidó la ética en algún cajón de su escritorio?
En resumen, la comparecencia de Pablo Bustamante fue un desfile de incompetencia, evasiones y malabares discursivos. Quintana Roo merece más que un secretario que parece haber confundido su cargo con el de maestro de ceremonias de un espectáculo cómico, todo un #PasoEnFalso.
Información de Quintana Roo