A un año de su mandato, Carlos Joaquín, exgobernador de Quintana Roo, busca un escaño en el Senado, mientras su historial político está marcado por traiciones y polémicas. ¿Qué opina la población de esta figura política?
Ha transcurrido un año desde que Carlos Joaquín asumió su último día como gobernador de Quintana Roo, un personaje político que ha dejado una huella de traiciones y controversias en su carrera. Su historia política es una amalgama de cambios partidistas y decisiones polémicas, y ahora, busca un escaño en el Senado de la República bajo el estandarte del Partido Verde.
Carlos Joaquín, originario del PRI, se reinventó políticamente al convertirse en el gobernador de Quintana Roo bajo las siglas de un partido de colores diferentes en cada elección. Desde empresario hasta burócrata, escaló desde la alcaldía de Solidaridad hasta la gubernatura, pasando por una diputación federal.
Su transformación política comenzó con la traición al PRI, su partido de origen, para unirse al PAN y ganar la gubernatura de Quintana Roo. Sin embargo, su lealtad fue efímera, ya que pronto abandonó el PAN para unirse a la 4T obradorista, actuando como un caballo de Troya dentro del panismo.
Durante su mandato como gobernador, no cumplió con las expectativas de cambio que prometió a los quintanarroenses. En su lugar, continuó con el saqueo de recursos públicos y despojos a particulares, en medio de acusaciones de corrupción y nexos con estructuras de crimen organizado de cuello blanco que habían sido forjadas por sus predecesores en el cargo.
A pesar de las derrotas electorales que acumuló desde las elecciones de 2018, Carlos Joaquín no se ha retirado de la vida política. Su pacto de impunidad con el presidente Andrés Manuel López Obrador lo protege de enfrentar consecuencias legales y lo premia con una embajada en Canadá. Desde allí, trabaja en su candidatura al Senado, ahora bajo el paraguas del Partido Verde, aunque manteniendo la lealtad al partido guinda.
A un año de haber dejado el poder, Carlos Joaquín avanza en su búsqueda de ser Senador, consolidando su blindaje contra posibles cargos criminales y emulando a su hermano Pedro, todo en un intento por sanar traumas de la infancia con el dinero que, según parece, todo lo puede. La población tiene la última palabra sobre el futuro político de esta figura controvertida.